Inicios
En 1952, Antonio Torres Gómez, rector de la Universidad de Guanajuato, solicitó al maestro Ruelas que fundara una carrera de Arte Dramático. Ese mismo año, con los primeros alumnos de la carrera se estrenó Arsénico y Encaje, de Joseph Kesserling. Al finalizar la primera función, el rector le pidió al maestro Ruelas que preparara un programa para el año siguiente como parte de un congreso de la Asamblea Nacional de Universidades e Institutos de Enseñanza Superior (ANUIES).
Primeros años y Entremeses cervantinos
Durante sus años de estudiante en Guanajuato, Ruelas se reunía con un grupo de artistas e intelectuales, entre los que se encontraban Armando Olivares Carrillo, Eugenio Trueba, Salvador Lanuza, Luis García Guerrero, Manuel Leal, José Guadalupe Herrera y Luis Pablo Castro, quienes se reunían en un estudio del Callejón del Venado. Años antes de la propuesta del rector, en 1947, este grupo de amigos se había propuesto hacer un homenaje a Miguel de Cervantes con motivo de los 400 años de su nacimiento.
En 1953 se dio la ocasión de realizarlo presentando un espectáculo basado en los Entremeses de Cervantes: La guarda cuidadosa, El retablo de las maravillas y Los habladores. Ruelas adaptó los textos y Armando Olivares, el prólogo y el epílogo. El nombre original del espectáculo fue Entremeses de Miguel de Cervantes Saavedra, mundo imaginario y realidad de su mundo. La locación fue la Plazuela de San Roque, espacio que años atrás el joven Enrique Ruelas había soñado para un montaje al aire libre, pues ofrecía todos los elementos de un escenario natural.
Éxito y expansión
El éxito del montaje fue arrollador. Tras la primera función se solicitaron dos más, luego una temporada de un mes. Rápidamente cobró fama internacional y las funciones se siguieron multiplicando hasta sumar hoy más de 70 años. A partir de entonces Ruelas viajó durante 35 años ininterrumpidos entre Ciudad de México y Guanajuato para dirigir las funciones de Entremeses.
Desde entonces, al ojo artístico de Ruelas la ciudad se manifestó como un manantial de escenarios inagotable y sobrevinieron nuevos montajes: Pasos, en 1955, en la plaza de Mexiamora; Retablillo jovial, en 1958, en el Mesón de San Antonio; El Caballero de Olmedo, en 1962, en el Paso de San Javier; Yerma, en 1963, Rinconada de San Matías; Estampas del Quijote, en 1972, en Mineral de Cata; y Dos hombres en la mina, en 1979, en la mina El Nopal.
Legado y transformación
A partir de la puesta en escena de los Entremeses, el teatro volvió a ser una necesidad social. En ella se reunió el pueblo entero alrededor de un mismo proyecto dramático, de modo que, al paso del tiempo, la ciudad cobró una nueva identidad cervantina, lo que daría como frutos El Festival Internacional Cervantino, El Museo Iconográfico del Quijote, El Coloquio Cervantino Internacional y el título de Capital Cervantina de América por la UNESCO en 2005
Una tradición viva
Lo que empezó como el sueño de un grupo de estudiantes y agregados entusiastas tomó forma en una aventura colectiva y enraizó tan profundamente en la sociedad de Guanajuato, que se ha convertido en una tradición tan fuerte que a más de 70 años de distancia sigue indiscutiblemente viva.
Galería
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